Por la Comisión Conjunta de Nacionalidades, Organización Socialista Camino de la Libertad
El gran escritor Afroamericano Langston Hughes escribió en el famoso poema Harlem:
¿Qué pasa de un sueño diferido?
¿Se marchita como una pasa en el sol?
¿O se encona como una llaga –
y entonces corre?
¿Apesta como carne pútrida?
¿O endurece y se vuelve dulce –
como un postre con jarabe?
Tal vez solo se hunda
como una carga pesada.
¿O explota?
El jueves 7 de julio, ese sueño aplazado de Langston explotó en Dallas, Texas, cuando un francotirador realizó una emboscada contra la policía de Dallas, matando a 12 personas y a 5 oficiales.
La ira que dio paso a este tiroteo se estuvo acumulando por años, o más bien por generaciones, mientras los Afroamericanos eran linchados por racista del KKK y policías asesinos. Apenas unos días antes, dos Afroamericanos más fueron tiroteados y asesinados por oficiales de la policía. EL primero de ellos fue Alton Sterling, de Baton Rouge, Louisiana, asesinado mientras dos policías blancos lo pisoteaban, y el segundo, Philando Castile de Minnesota, a quien le dispararon sentado en su carro acompañado por su novia e hija.
La policía continúa la práctica de encubrir los hechos confiscando videos privados de seguridad. Incluso los pocos oficiales que son sometidos a la justicia son exonerados, como ocurrió con los oficiales de Baltimore involucrados en la muerte de Freddie Gray. El encubrimiento se extiende e incluye a fiscales y alcaldes, como en el caso del asesinato de Laquan McDonald en Chicago.
Sin embargo, entender de donde proviene esa ira no significa estar de acuerdo con la acción.
El asesinato continuo de Afroamericanos, el encubrimiento y la injustica del sistema judicial demuestra que el mismo sistema tiene la culpa. Solo una revolución puede acabar con la opresión que sufren los Afroamericanos y otras nacionalidades oprimidas, incluyendo Chicanos, Latinos, Asiáticos, Árabes-americanos, e Indígenas.
No nos referimos a la “revolución política” electoral de Bernie Sanders, sino más bien estamos hablando de la organización masiva del pueblo en la calle exigiendo un cambio. El Movimiento de Derechos Civiles y el Movimiento de Liberación Negra de las décadas de 1950 y 1960, no fueron el resultado de algunos individuos. La derrota de las leyes de segregación conocidas en el Sur de los EE.UU. como Jim Crow, y de la segregación legal que perduraba en el norte del país, fue el resultado de la lucha de millones de Afroamericanos y sus simpatizantes por una sociedad más justa. Desde las protestas en los comedores de Woolworth, hasta los bloqueos de calle, el Movimiento de Derechos Civiles combinó la protesta de masas con una desobediencia civil sumamente militante.
Hoy en día, el movimiento Black Lives Matter continúa el legado del Movimiento de Derechos Civiles y del Movimiento de Liberación Negra. Las protestas de masas junto a nuevas formas de desobediencia civil, con consignas como “Shut it Down”, han sacudido al sistema a tal punto que representantes electos se han visto obligados a admitir el factor de la motivación racial, teniendo incluso que enjuiciar algunos de los oficiales asesinos. Pero todavía falta mucho más por hacer. Los oficiales asesinos deben ser condenados y encarcelados, y no pueden permanecer libres después de haber cometido un crimen. La policía debe estar bajo control comunitario, no ser supervisadas por los llamados “comités de revisión policial”, establecidos por los mismos políticos, ya que estos carecen de autoridad competente y solo sirven para encubrir los crímenes policiales.
Las redes sociales son una muy buena manera para hacer llamados a la acción. Pero una protesta exitosa necesita oradores y un programa para educar, inspirar e unificar a las personas en la acción. Las protestas exitosas necesitan un plan de acción, seguridad para lidiar con aquellos quieran interrumpir la protesta, asistencia legal si se planea desobediencia civil, entre otras cosas, las cuales solo se pueden proveer si existen coordinadores activos en el área. Un exitoso movimiento de masas necesita estar organizado por organizaciones combativas y de base, con raíces en la clase trabajadora y basándose en el papel protagónico de la comunidad.
Nuestras raíces como organización provienen de los movimientos de masas de las décadas de 1960 y 1970. Activistas jóvenes universitarios y de comunidades de nacionalidades oprimidas (Afroamericanos, Asiáticos, Chicanos y Latinos) se comprometieron con la lucha. Nuestro recorrido ha sido largo y arduo, lleno de lecciones acumuladas en el camino. No obstante, continuamos comprometidos orgullosamente con la lucha, e invitamos a todos los indignados por la opresión racista del gobierno a que conviertan la ira en acción: comprometiéndose con la organización política, incorporarse a la clase trabajadora, estudiar el marxismo-leninismo como ciencia revolucionaria, y unirse a la construcción de un partido revolucionario que luche por el socialismo.
Comisión Conjunta de Nacionalidades, Organización Socialista Camino de la Libertad
(Joint Nationalities Commission, Freedom Road Organization)