El enemigo: capitalismo monopolista

La explotación, desigualdad, y opresión no son cosas que “solo ocurren”. Todo lo malo de este país es producto de un sistema: el capitalismo monopolista. El capitalismo no siempre ha existido – tuvo un principio, y definitivamente tendrá un fin. La manera en que funciona este sistema no es un gran misterio. El capitalismo monopolista tiene leyes económicas que podemos entender, y desarrollando este entendimiento nos ayuda en nuestro esfuerzo para ponerle fin.

La enorme variedad de bienes y servicios que nos rodean son producto del trabajo humano. En ningún punto de la historia de la humanidad ha habido tan enorme cantidad de riqueza como la que existe ahora en este país. Nunca. Los trabajadores van al trabajo y se les paga lo suficiente para que sigamos regresando, y nos dan la mínima subsistencia para mantener la fuerza laboral del futuro.

Estas comodidades – los bienes y servicios que creamos en el trabajo – tienen mucho más valor que lo que nos pagan en sueldos. Esta brecha entre lo que los trabajadores producen y lo que nos pagan es la manera en que los capitalistas se enriquecen – esto es la fuente de las ganancias para los capitalistas.

Entonces, uno no se vuelve rico al trabajar duro – los capitalistas se vuelven ricos porque tienen a otra gente trabajando para ellos. Por esta razón un pago justo es imposible. Cada cosa de valor que la clase propietaria tiene fue creada por la clase obrera. Los capitalistas son parásitos. Los ricos nos engañan y se engañan a sí mismos. Toman lo que es creado por la clase obrera, intentan generar dinero adicional de estos bienes y servicios en el mercado, y luego invierten en lugares donde piensan poder generar aún más dinero – ya sea en una piscifactoría en chile o en una compañía de tarjetas de crédito con enormes tasas de interés. Para el capitalista, la economía es un gran casino donde la riqueza es extraída de aquellos quienes trabajan.   

La producción de bienes y servicios es social. Requiere que la gente se junte para crear cosas, ya sean carros, computadoras, o algo más que sea deseado o necesitado. Pero los trabajadores no son dueños de los lugares de empleo. Aunque existen negocios pequeños, la mayoría de los trabajadores son empleados por corporaciones grandes como UPS, Ford, o McDonald ‘s. De cualquier manera, aquellos con enormes ganancias son los que controlan los medios de producción. La producción es social, pero la riqueza creada es arrebatada por los capitalistas que no trabajan. Nosotros hacemos y ellos arrebatan.

En una sociedad capitalista como la nuestra, el objetivo de la producción no es crear cosas buenas o útiles – es generar las ganancias más grandes posibles. Viviendas de renta asequible son necesarias, pero no generan ganancias, así que no las construyen. Lo mismo pasa con la atención médica asequible y el transporte público. Es más lucrativo cerrar una fábrica y mudarla a otro lugar – dentro o fuera de Estados Unidos – esto es lo que los dueños intentan hacer. El objetivo de la producción es enriquecer a aquellos que son dueños de lugares donde los trabajadores producen cosas. Esto no se trata de buenas corporaciones o malas corporaciones. Las compañías que no intentan generar, y en realidad alcanzar, el índice de ganancias más alto serán desplazadas por corporaciones o monopolios que si logran hacerlo. La competencia es el ejecutor de este impulso para generar las ganancias más grandes posibles.

La carrera por las máximas ganancias causa anarquía en la producción y distribución de bienes. Cada capitalista intenta producir lo más posible con la esperanza de generar la máxima cantidad de dinero posible. La habilidad de los capitalistas para producir crece y crece mientras reinvierten sus ganancias en más maquinaria y tecnología más avanzada. Pero tiene límite la exigencia efectiva de los consumidores. Colectivamente, los consumidores producen mucho más de lo que podrían consumir. Eventualmente, el mercado es inundado con bienes que no pueden ser vendidos, así que los trabajadores son despedidos porque ya no es lucrativo mantenerlos trabajando. La economía entra en un periodo de crisis, una crisis de sobreproducción, donde la clase obrera y otras no pueden comprar lo que se ha producido, que termina con la destrucción de los bienes no vendidos y la manera menos eficiente de producir cosas. Las crisis financieras que empeoran a una crisis de sobreproducción también pueden ser activadas por la especulación, manipulación de la moneda, pólizas gubernamentales, y fallos bancarios.

Imperialismo

El capitalismo monopolista extiende su alcance a través de todo el mundo en busca de nuevos lugares para explotar y generar ganancias. Cuando el capitalismo alcanza su etapa monopolista, también se le refiere como imperialismo – la última y más alta etapa del desarrollo capitalista. El capitalismo monopolista se caracteriza por una increíble concentración y centralización de riqueza, donde los bancos grandes se entrelazan con la industria, creando una oligarquía financiera. Las grandes corporaciones invierten en todo el mundo, y la exportación del capital es la norma. El capitalismo monopolista es irracional, caótico, y lento para adaptarse a cambios científicos y tecnológicos. Es un sistema moribundo en descomposición.

Imperialismo, racismo, y opresión nacional

Vivimos en un país que tiene muchas nacionalidades dentro de sus fronteras, y la desigualdad racista en todos los ámbitos de la vida es una característica determinante de Estados Unidos. Esta discriminación sistemática que impacta a las nacionalidades oprimidas, incluyendo a los afroamericanos, chicanos y latinos, hawaianos, indios americanos y gente indígena, asiático-americanos, árabe-americanos, y otros, es una característica fea incorporada dentro del capitalismo monopolista.  

Para las nacionalidades oprimidas hay un patrón de discriminación y de racismo institucional y sistemático. Generalmente, la gente de nacionalidades oprimidas enfrentan peores condiciones que la gente blanca. Usualmente, esta desigualdad significa peor atención médica, expectativas de vida más cortas, niveles de vida más bajos, junto con índices más altos de pobreza, encarcelamiento, y desamparo, al igual que la discriminación en el trabajo y peores viviendas. Los derechos democráticos, como el derecho al voto, sufren ataques constantes. Este sistema de discriminación racista es cumplido por la policía que sirve como un ejército de ocupación en las comunidades de nacionalidades oprimidas.

Naciones oprimidas en los Estado Unidos incluyen a los afroamericanos con su patria histórica en el Cinturón Negro del sur, la nación chicana, también conocida como Aztlán, en el suroeste, y la nación hawaiana. Estas naciones son grupos de gente históricamente formados, con historias comunes de opresión y heroica resistencia, que tienen territorios nacionales definidos, idiomas comunes, una base económica común, y una cultura común. A estas naciones se les despoja de sus derechos democráticos básicos, incluyendo el derecho para ejercitar el poder político dentro de sus territorios nacionales y el derecho a la autodeterminación – incluyendo la separación. La vida económica y política de las naciones oprimidas es dominada por el imperialismo. Afroamericanos afuera del Cinturón Negro del sur, chicanos afuera de Aztlán en el suroeste, y hawaianos en el continente también enfrentan la opresión nacional y participan en la lucha por la igualdad completa.

Indios de Alaska, indios americanos, e indios hawaianos son la gente indígena de Estados Unidos. Su historia es una de genocidio y tierra robada. Sus idiomas y culturas han sido suprimidos o vendidos como comodidades. Los tratados con el gobierno estadounidense han sido rotos mientras sus derechos soberanos son pisoteados.

La opresión nacional sirve para enriquecer a los capitalistas monopolistas que gobiernan a Estados Unidos, permitiéndoles cosechar super ganancias de la labor de trabajadores de nacionalidades oprimidas. También saquean los recursos y las tierras agrícolas del Cinturón Negro del sur, el territorio nacional de la nación chicana, Aztlán en el suroeste, y las tierras de la gente indígena.

La discriminación intensifica la explotación de los trabajadores de nacionalidades oprimidas en el trabajo. Comerciantes suelen cobrar más en comunidades de nacionalidades oprimidas, donde incluso hay precios de renta más altos por viviendas inferiores y menos servicios comunitarios. La desigualdad racista es real y se extiende de los sitios de trabajo hasta las comunidades, configurando a toda la sociedad. Por esto decimos que la discriminación racista es más que un truco de la clase dominante para “dividir y vencer.”

La desigualdad racista o la opresión nacional es la base material para la desunión de la clase obrera multinacional, y es la base de las ideas racistas entre los americanos blancos. También es verdad que la opresión nacional hunde el nivel de vida de toda la clase obrera multinacional de manera inmediata – es por lo que se puede unir a múltiples nacionalidades, incluyendo a los blancos de clase obrera, para luchar en contra de la discriminación racista, la desigualdad, y la opresión nacional.

Reforzando a este sistema racista de opresión nacional hay grupos reaccionarios de supremacía blanca y fascistas, como el Ku Klux Klan, los 3 percenters, y los neonazis. Estos grupos han crecido durante los últimos años, fortaleciéndose durante el periodo presidencial de Trump.

El racismo y la opresión nacional siempre enfrentan resistencia de la gente de nacionalidades oprimidas, quienes crean movimientos de libertad que aspiran a la igualdad completa y liberación. El imperialismo significa opresión nacional, y los golpes en contra de la opresión nacional debilitan al capitalismo monopolista, el enemigo común de la gente de Estados Unidos.

Imperio estadounidense y guerra

Estados Unidos ha creado un imperio del dólar abarcando todo el planeta. En busca de ganancias, los ricos roban la tierra, la labor, y los recursos naturales de otros. Corporaciones estadounidenses contratan a trabajadores en Haití, se adueñan de minas en Bolivia, y controlan enormes plantaciones en las Filipinas. Las corporaciones estadounidenses están succionando la riqueza de países del mundo en desarrollo y bloquean su camino hacia el desarrollo nacional e independencia. A las corporaciones estadounidenses no les importa ayudar a la gente.

Mucha gente en países que han sido saqueados por el imperialismo intentan escapar y emigrar a Estados Unidos y a otros países imperialistas. Al llegar a Estados Unidos, deben unirse a las comunidades de nacionalidades oprimidas como inmigrantes. Inmigrantes de nacionalidades oprimidas suelen constituir las filas del estrato más bajo de la clase obrera como labor agraria, trabajadores de cuidado doméstico y de ancianos, y trabajadores de la construcción.

El imperialismo estadounidense utiliza inversiones, préstamos, “asistencia” extranjera, su ejército, acuerdos comerciales desiguales, y varios institutos como la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional para dominar y explotar a otros países. Bases militares estadounidenses están presentes alrededor del mundo. Mientras la gente en Estados Unidos pasan hambre y necesitan albergue, el presupuesto del ejército estadounidense constantemente quiebra récords. 

El capitalismo monopolista estadounidense tiene varias colonias que tienen el derecho a la independencia, incluyendo a Puerto Rico, las Islas Vírgenes, Samoa Americana, Belau (Palaos), Guam, las Islas Marshall, y las Islas Marianas del Norte.

El imperialismo significa guerra, y no es por casualidad que Estados Unidos siempre está entrando en guerra con otros. El deseo por las ganancias corporativas significa encontrar nuevos lugares para explotar la labor, adquirir recursos – como el petróleo – y encontrar nuevos mercados para bienes y servicios. La gente no quiere vivir bajo los dictados de Washington D.C., así que empiezan guerras justas de liberación nacional para liberarse a sí mismos.

La contradicción principal en el mundo hoy es entre la gente del mundo en desarrollo y el imperialismo. Estados Unidos es el poder imperialista principal, y de esta manera, presenta el mayor peligro para la gente del mundo. Desde Puerto Rico, hasta las Filipinas y Palestina, la gente está levantándose y luchando por su liberación.

Estados Unidos también compite con otros poderes capitalistas. Ya que el capitalismo se desarrolla de manera desigual con las economías de otros países capitalistas creciendo a ritmos diferentes, entran en conflicto consigo mismos – un conflicto que es aguzado por el hecho de que el mundo se encuentra dividido en esferas de influencia. Los países socialistas junto con otros países que se han salido de la órbita del imperialismo imponen límites a la expansión de los países capitalistas, y esto suele aguzar la competencia entre los imperialistas.

Luchamos por la paz y apoyamos a todos aquellos que luchan por la liberación. El imperialismo siempre conduce hacia la guerra. Países quieren independencia, naciones quieren liberación, y la gente quiere revolución. Para que prevalezca la paz, el capitalismo monopolista debe ser derrocado.

El gobierno estadounidense le sirve a los ricos y a las corporaciones

El gobierno, especialmente al nivel estatal y nacional, está dominado por los capitalistas monopolistas. Los ricos financian y preparan a candidatos, dominan los dos partidos políticos principales, y utilizan la corrupción y el cabildeo para salirse con la suya. El estado es el terreno donde las disputas entre los capitalistas son solucionadas, y es un instrumento para suprimir a la gente trabajadora y oprimida. Vivimos en una democracia que es caja registradora capitalista donde los ricos meten dinero en los bolsillos de los políticos y sacan miles de millones en extensiones tributarias y arrendamientos de terrenos.

El estado capitalista existe para proteger a los ricos y a sus corporaciones. El gobierno estadounidense siempre ha oprimido a las masas. En su base es un aparato represivo que incluye cárceles y prisiones, cortes, departamentos policiacos, el Departamento de Seguridad Nacional, el FBI, la CIA, y más. Agencias policiacas rompen huelgas, la Guardia Nacional es usada en contra de protestas y rebeliones urbanas, y las agencias de información, como el FBI, espían a revolucionarios.

Estados Unidos mantiene a más gente dentro de cárceles y prisiones que cualquier otro país. Mucha de esa gente es condenada erróneamente. Algunos son sobrevivientes de la tortura policiaca. Aquellos encarcelados son desproporcionadamente afroamericanos y de otras nacionalidades oprimidas.

Las leyes en sí, junto con instituciones gubernamentales – tales como el senado y la corte suprema – no son democráticas. Esto incluye mucha de la legislación laboral, que existe para limitar los derechos laborales, o leyes sobre “el terrorismo” que son usadas en contra de los musulmanes o aquellos que practican internacionalismo de la clase obrera. Los derechos que tenemos en este país son derechos por los que hemos luchado. Los gobernantes nunca nos han dado algo de manera voluntaria.

Adicionalmente, los líderes corporativos usan un conjunto de agencias de seguridad privada y acuden a violencia extralegal.

Opresión de mujeres y gente LGBTQ

El tratamiento de las mujeres en Estados Unidos es un claro cargo en contra del capitalismo monopolista y de la sociedad enferma que lo tiene como base.

La desigualdad que mujeres enfrentan existe en cada parte del orden social, incluyendo los lugares de empleo donde la discriminación de paga es la norma, en la vida social donde a las mujeres se les exige hacer la mayor parte del trabajo para mantener la casa, y en los esfuerzos para limitar los derechos democráticos, incluyendo algo tan básico como el derecho a controlar sus propios cuerpos y la reproducción. La violencia física, el acoso sexual, el asalto, y la violación se usan para mantener las funciones de género existentes. La cultura capitalista refuerza la objetivación y subyugación de las mujeres.

Los dueños de las grandes corporaciones se benefician de la desigualdad sistemática que se les impone a las mujeres. Esto incluye las súper ganancias de la diferencia de paga entre hombres y mujeres. Incluso, la discriminación en contra de las mujeres mantiene presión descendente en el nivel de vida para toda la clase obrera multinacional.

La verdadera desigualdad que las mujeres enfrentan es la base material del chauvinismo macho y la misoginia. Estas ideas reaccionarias menosprecian o niegan la opresión de las mujeres y fortalecen relaciones sociales retrasadas y represivas en una sociedad que subordina las mujeres a los hombres.

La discriminación y desigualdad que enfrentan todas las mujeres empeora con mujeres de nacionalidades oprimidas ya que las mujeres enfrentan opresión de clase, opresión nacional, y discriminación de género.

La división laboral de género en el capitalismo es la base principal de las funciones de género actuales. Esto consolida la opresión de las mujeres y castiga a quienes no encajan – exacerbando la discriminación e intolerancia en contra de las masas de lesbianas, gays, bisexuales, y personas transgénero. La gente LGBTQ enfrenta ataques en contra de los derechos democráticos, especialmente los derechos a controlar sus cuerpos y la identificación legal correcta de la gente trans y de género no conforme. Los asaltos y homicidios refuerzan la opresión anti-LGBTQ. Las mujeres trans de nacionalidades oprimidas y de clase obrera sufren la peor brutalidad. 

El medioambiente

El capitalismo monopolista está matando a nuestro planeta. El deseo ilimitado por las ganancias amenaza nuestra existencia. El cambio climático está causando más desastres naturales de clima extremo alrededor del mundo, con los más severos impactando a la gente de Asia, América Latina, y África. Países insulares, en particular, corren riesgo de desaparecer completamente bajo el aumento del nivel del mar.

Estados Unidos, a pesar de constituir menos del 5 por ciento de la población global, ha contribuido la mayoría de las emisiones globales de carbono.

El ejército estadounidense, una herramienta del imperialismo estadounidense, es uno de los peores contaminadores en la historia. En su misión para dominar y asesinar en el extranjero, consume más combustible líquido y emite más gases causantes del cambio climático que la mayoría de los países medianos. El ejército estadounidense se ha omitido de los tratados de cambio climático como el Acuerdo de París y el Protocolo de Kioto.

Para parecer más “verde”, muchas industrias estadounidenses se han mudado al extranjero, exportando la contaminación a lugares que están bajo el control de las corporaciones estadounidenses y que son obligados por acuerdos comerciales y organizaciones como la OMC. Mientras tanto, el imperialismo les niega a países tercermundistas el derecho al desarrollo y para determinar sus propios futuros. A la misma vez, corporaciones estadounidenses también promueven soluciones de mercado para el cambio climático que consolidan la función del capitalismo.

Dentro de Estado Unidos, las comunidades indígenas son impactadas severamente ya que sus tierras han sido usadas para tirar el desecho militar e industrial. Tierras y territorios de tratados son usualmente usados como sitios para la tubería que transporta petróleo, apeligrando a sus aguas y poniendo en riesgo a sus fuentes alimentarias tradicionales como el arroz salvaje. Además, las industrias contaminadoras usualmente se encuentran cerca de comunidades de clase obrera y de nacionalidades oprimidas, empeorando la salud y exacerbando la pobreza. Estas prácticas añaden a la carga de la opresión nacional.

Un sistema moribundo

Cada aspecto de la sociedad está envenenado por el capitalismo. La cultura exalta la avaricia, el chauvinismo nacional, el racismo, y la misoginia. Políticos reaccionarios atacan a la ciencia. La educación pública es atacada mientras la ignorancia y el menosprecio voluntario de la realidad son glorificados. La caída del capitalismo monopolista está acelerando, y la vida exige algo diferente: el socialismo.