Resolución sobre opresión nacional, liberación nacional y la revolución socialista

Adoptada en el año 2004 por el Cuarto Congreso de FRSO

 

I. Introducción

La lucha contra la opresión nacional y por una plena igualdad en los Estados Unidos es parte de las lucha revolucionaria mundial que se está llevando a cabo en contra del imperialismo.

En los Estados Unidos, la lucha de los pueblos oprimidos por una plena igualdad no es una lucha de las “minorias” sino más bien forma parte integral de la lucha revolucionaria de la inmensa mayoría de los pueblos del mundo, en el llamado tercer mundo, por liberarse del imperialismo. Prueba de que los movimientos nacionales estadounidenses se han identificado con las luchas de liberación en el tercer mundo es la solidaridad de los estadounidenses de orígen asiático con los vietnamitas durante la guerra de Vietnam, la solidaridad africana por la liberación y los movimientos contra el apartheid entre los afroamericanos, el apoyo a Cuba y otros movimientos latinoamericanos de liberación, especialmente en favor del pueblo mexicano, por parte de los latinos, así como el apoyo a la causa Palestina por parte de los palestinos y otros árabes residentes en los Estados Unidos.

La lucha contra la opresión nacional es una lucha contra el imperialismo* pues es el imperialismo el que ha conquistado a los aborígenes de Norteamérica, Hawai y Alaska, y porque además sobre la base del imperialismo es que se ha cometido el genocidio contra los pueblos aborígenes despojándolos de sus tierras. Es el mismo imperialismo que trajo africanos, asiaticos y mexicanos a trabajar como esclavos, jornaleros y braceros, y que aún domina a los países del tercer mundo, obligando a su población a convertirse en inmigrantes que se dirigen hacia los Estados Unidos huyendo de la pobreza y la represión.

La lucha contra el imperialismo y la opresión es una lucha eminentemente revolucionaria, así como los pueblos de Asia, Africa y América Latina han recurrido a la lucha revolucionaria para acabar con el colonialismo, de la misma manera, sólo por medio de la lucha revolucionaria dentro de los Estados Unidos los pueblos oprimidos podrán gozar de plena igualdad. Ya que el imperialismo como sistema produce y se beneficia de la opresión nacional, sólo con la abolición de ese sistema se podrá acabar con la opresión a nivel nacional.

Así como el carácter revolucionario de las luchas de las naciones y pueblos oprimidos del mundo no depende del liderazgo de los trabajadores en esas luchas, tampoco el carácter objetivamente revolucionario de los movimientos nacionales en los Estados Unidos, ya sea por el liderazgo de la clase trabajadora o la orientación socialista. Considerando que el monopolio capitalista se construye sobre la base de la opresión nacional y la explotación de la clase trabajadora, toda victoria alcanzada en la lucha contra la opresión nacional es un golpe al sistema imperial.

* El término imperialismo en este documento se refiere tanto al capitalismo monopolista como también a las políticas imperialistas y colonialistas de Europa y los Estados Unidos de Norteamérica durante la fase pre-monopolista. La historia de los Estados Unidos es una historia de agresion y opresión. Por ejemplo, el período de reconstrucción (1865-1877) que trajo algunos logros para la población afroamericana se caracterizó por la conquista de los aborígenes, la instensificación del movimiento en contra de la población de orígen chino y por la toma de gran parte del territorio mexicano.

II. Sobre el problema nacional.

(1) Apoyo a la lucha independentista de Puerto Rico y otras colonias de los Estados Unidos.
Ayudar y apoyar la lucha por la soberanía y el desarrollo nacional de los aborígenes de Norteamérica y Hawai, así como otros pueblos aborígenes de los Estados Unidos.
Luchar por la plena igualdad de los oprimidos, inclusive por el derecho a la autodeterminación de los afroamericanos, chicanos y hawaianos.

El imperialismo estadounidense ejerce su dominio sobre Puerto Rico, las Islas Vírgenes, Guam y Samoa. Por ser colonias no gozan de representación politica en los Estados Unidos y sus países son utilizados y explotados por las corporaciones multinacionales y el ejército estadounidense. Su lucha es básicamente una lucha por ser independientes de los Estados Unidos, por lo tanto la lucha contra el imperialismo y por el socialismo en los Estados Unidos debe apoyar la independencia de esas colonias.

El imperialismo estadounidense trajo a pueblos de Africa, Asia y América Latina a los Estados Unidos. Estos han trabajado en condiciones de esclavitud o semi-esclavitud, les han sido arrebatados sus tierras y sus viviendas, han aterrorizado a sus comunidades y han degradado su cultura. Los pueblos oprimidos de los Estados Unidos, incluyendo los afroamericanos, chicanos y otros latinos, asiáticos, árabes, así como los aborígenes del territorio continental y de las islas del Pacífico están luchando en contra de la opresión nacional y por la plena igualdad de derechos en lo económico, político y social.

La lucha en contra de la opresión nacional y por la plena igualdad debe tener en cuenta el derecho a la autodeterminación e inclusive la independencia de los Estados Unidos por parte de los oprimidos. Los pueblos afroamericanos en el sur, los chicanos en el suroeste, y los hawaianos han devenido (gracias a la brutal explotación y opresión nacional) naciones marcadamente diferentes, cada una con una historia común, un idioma, un territorio y una economía también comunes. La opresión nacional se encuentra en el corazón de las tradiciones económicas, políticas e ideológicas y de la lucha de clases en los Estados Unidos. En este contexto adquire una forma particular: más que la simple dominación de pueblos y naciones por parte de una nación opresora, conlleva la dominación de todos los pueblos oprimidos por la nación opresora encabezada por la burguesía imperialista blanca.

La opresión nacional en los Estados Unidos no es más que la supremacía del hombre blanco. Este sistema de la supremacía del blanco propaga la ideología racista de la superioridad europea a la vez que permite a la población blanca mantener una relativa ventaja material sobre los pueblos oprimidos. Los socialistas y revolucionarios de los Estados Unidos deberán defender el derecho a la autodeterminación para poder construir una alianza estratégica entre la clase trabajadora y los movimientos de los pueblos oprimidos para acabar con el imperialismo y establecer el socialismo. Las demandas de los pueblos oprimidos deberán convertirse en las demandas de todo el proletariado y deberán ubicarse al centro de nuestra estrategia. El principal obstáculo para el establecimiento de dicha alianza es el chauvinismo del hombre blanco que deberá ser derrotado para lograr el triunfo de la revolución socialista.

(2) Solamente el socialismo puede liberar a las masas de los pueblos oprimidos en los Estados Unidos.

Las masas del pueblo oprimido en los Estados Unidos son los trabajadores que sufren la explotación capitalista. El capitalismo no ofrece ninguna esperanza a los trabajadores oprimidos: una liberación nacional sin revolución socialista traería como consecuencia que los trabajadores oprimidos pasarían a ser explotados por capitalistas “de su propia nacionalidad”. Actualmente se puede observar el caso de los trabajadores agrícolas y de la industria del vestido, quienes trabajan para capitalistas de su propia nacionalidad y que con frecuencia se encuentran entre los más explotados. Asimismo el ejemplo de Japón, nación no europea que llega a alcanzar un alto desarrollo capitalista convirtiéndose en otro poder imperial que busca igualmente dominar y explotar a otros pueblos. No vamos a liberarnos del imperialismo estadounidense para luego convertirnos en imperialistas.

Sólo el socialismo que acabe con el racismo brutal y la explotación capitalista y que apoye la liberación y la igualdad de todas las naciones puede mejorar la vida de los pueblos oprimidos y acabar con toda forma de opresión nacional. Sin embargo, reconocemos que la victoria de la revolución socialista no garantiza el fin del racismo y de la supremacía de la raza blanca; la lucha por la plena igualdad de los pueblos oprimidos será parte del esfuerzo constante por la construcción del socialismo.

(3) Sólo la clase trabajadora puede dirigir el movimiento revolucionario nacional.

La lucha de los pueblos oprimidos de los Estados Unidos contra la opresión y por la plena igualdad radica objetivamente en un frente unido de diversas clases. Las principales clases son la clase trabajadora, el semi-proletariado, el pequeño burgués, y el burgués nacional. Dichas clases sufren la opresión nacional económicamente (como lo demuestra el alto desempleo, los bajos salarios, la carestía de la vivienda y seguro médico, la reducción de negocios, fincas, profesionales, el mal estado de las escuelas, etc.); politicamente (por ejemplo, la denegación de poder político, derecho al voto y el maltrato por parte de la policía), y socialmente (los estereotipos, la degradación de la cultura, etc.).

Sólo la clase trabajadora puede encabezar este frente unido en una dirección revolucionaria con miras al derrocamiento del imperialismo. La clase trabajadora, especialmente los estratos medio y bajo son los que tienen menos que perder y más que ganar en la revolución. La clase trabajadora busca la mayor participación popoular en los movimientos nacionales al promover la democracia y el poder popular.

La clase trabajadora deberá popularizar el lema de la autodeterminación de los pueblos oprimidos dentro de los movimientos nacionales. Es esta demanda, a diferencia de otras demandas específicas, que requiere de la lucha por el poder, y se dirige directamente al gobierno controlado por el monopolio capitalista, la que otorga al movimiento nacional una dirección revolucionaria.

Por otro lado, el pequeño burgués y el burgués nacional también luchan por el liderazgo de los movimientos nacionales, pero a menudo lo hacen con una orientación reformista y nacionalista. La dependencia en campañas electorales y en las agencias de servicos sociales constituyen buenos ejemplos de reformismo. Ejemplos de nacionalismo, por otra parte, pueden observarse en los esfuerzos de algunos políticos por establecer un bloque electoral étnico opuesto a otros pueblos oprimidos, así como también en los esfuerzos por desarrollar un mercado étnico determinado. El pequeño burgués y el burgués nacional a menudo limitan la participación de la clase trabajadora y de los pobres, otorgándole poder a los líderes de la clase media, con estudios universitarios, para que decidan por la comunidad.

La lucha por el liderazgo de los movimientos nacionales, es por tanto, una lucha de clases. En esa lucha la clase trabajadora debe dominar la ciencia del socialismo o marxismo-leninismo en la fase actual del imperialismo para aprender de otras luchas y para dirigir las luchas nacionales contra el imperialismo. Las enseñanzas de la revolucion china y de los escritos de Mao Zedong y otros comunistas chinos, han servido a los revolucionarios de los movimientos nacionales para comprender conceptos importantes tales como son el frente unido, la línea de pensamiento de las masas y el papel del liderazgo del partido en la revolución.

(4) Construcción de la alianza estratégica de los movimientos nacionales y de la clase trabajadora para derrocar al imperialismo y establecer el socialismo.

“¿Quiénes son nuestros aliados? ¿Quiénes nuestros enemigos?” Esta es una interrogante fundamental formulada por Mao Zedong en el transcurso de la revolución china. Los movimientos nacionales estadounidenses deben buscar aliados en su lucha para derrocar al imperialismo, establecer el socialismo y poner fín a la opresión nacional. El aliado estratégico de los movimientos nacionales estadounidenses es la clase trabajadora.

La inmensa mayoría de los trabajadores son explotados por la misma clase capitalista que se beneficia de la opresión nacional. A ellos no les interesa el racismo y la opresión nacional per se, sin embargo comparten con los movimientos nacionales la misma necesidad por el socialismo. Esa es la base de la alianza estratégica.

A su vez, la clase trabajadora está dividida en estratos bajo, medio y alto. Existe una pequeña pero influyente aristocracia trabajadora, que el imperialismo ha captado de los altos estratos de la clase trabajadora y de las cúpulas sindicales, para encausar la lucha de la clase trabajadora en favor del monopolio capitalista, tal es el caso, por ejemplo, de algunos líderes sindicales que apoyan la “lucha contra el terrorismo”.

Es importante mencionar que existe además una clara división material entre el trabajador blanco y el trabajador oprimido de otros grupos étnicos. El trabajador blanco por lo general vive mejor y probablemente se ubica en el estrato más alto de la clase trabajadora, gozando de mayor seguridad laboral, mejores condiciones de trabajo, prestaciones sociales, etc. A menudo ha realizado estudios universitarios, ha tenido la oportunidad de avanzar a puestos administrativos y de supervisión y hasta mantiene lazos de amistad o parentesco con el pequeño burgués. Por supuesto, no ha tenido que sufrir la opresión nacional que los pueblos oprimidos de otras nacionalidades han tenido que enfrentar debido a su raza; no ha sido interrogado por la policía, no se le ha negado empleo o vivienda, no ha sufrido cárcel o maltrato. Dicha división material es la base del racismo entre los trabajadores blancos y representa el principal obstáculo para la unidad de la clase trabajadora en la construcción de una alianza estratégica.

La única forma de lograr la unidad de la clase trabajadora es por medio del esfuerzo consciente de los revolucionarios para lograr que la clase trabajadora apoye la lucha de los movimientos nacionales por la igualdad, incluyendo el derecho a la autodeterminación e inclusive la independencia de los afroamericanos, chicanos y hawaianos. El trabajador revolucionario blanco tiene la gran responsabilidad de alcanzar una conciencia política sobre los efectos de la opresión nacional para luchar en contra del chauvinismo y para ganarse el apoyo del trabajador blanco en la lucha de los movimientos nacionales. No es suficiente que los trabajadores blancos rechacen y se opongan al abuso y a la violencia de caracter racial, es necesario que también apoyen la lucha por la igualdad, incluyendo el derecho a la autodeterminación de los pueblos oprimidos dentro de los Estados Unidos. De manera concreta, esto significa renunciar al genocidio de los pueblos aborígenes, las restricciones racistas en materia de inmigración, la anexión de los territorios del suroeste de los Estados Unidos y Hawai, además de renunciar a la esclavitud y apoyar la compensación de los afroamericanos.

La unidad de la clase trabajadora en apoyo a los movimientos nacionales es una de las dos tareas en la construcción de esta alianza estratégica. La otra tarea consiste en la lucha por el liderazgo de los trabajadores oprimidos de otras nacionalidades en los movimientos nacionales, con el objetivo final de conducir a dichos movimientos hacia la revolución socialista. Solamente bajo la dirección de la clase trabajadora podrán los movimientos nacionales evitar caer en el reformismo y en el nacionalismo, los cuales en última instancia constituyen un obstáculo para lograr esta alianza estratégica.

(5) Para la construcción de una alianza estratégica se necesita de un partido comunista único, unificado y multinacional.

Para poder llevar a cabo las tareas mencionadas, se necesita de un partido comunista unificado ligado a los trabajadores y a los movimientos nacionales.

La alianza estratégica de una clase trabajadora “multinacional” y de los movimientos sociales radica en el centro de nuestro esfuerzo por construir un frente unido en contra del monopolio capitalista, y no una estrategia para construir un partido comunista. Con el gran resurgimiento de los movimientos nacionales de los años 60 y 70, se crearon muchas organizaciones comunistas basadas en una sola nacionalidad. A medida que dichas organizaciones adquirieron un mejor entendimiento del marxismo leninismo, lucharon por construir un partido comunista multinacional. Aquella experiencia colectiva demostró que al contar con miembros de una sola nacionalidad el movimiento restringía su capacidad de liderazgo del movimiento como un todo, limitando además su capacidad de lucha contra el oportunismo y chauvinismo blanco.

El futuro está por escribirse. Es posible que una vez más, las nuevas luchas resulten en organizaciones marxistas leninistas de una sola nacionalidad (o en organizaciones comunistas ligadas a sectores especificos de la población o a una zona geográfica en particular) lo cual sería positivo considerando el bajo nivel de desarrollo del movimiento comunista en los Estados Unidos. Nosotros trabajaríamos en favor de la unidad de principios, práctica, ideología y política sobre la base del marxismo con miras a fortalecer nuestro esfuerzo por construir un nuevo partido comunista.

Nuestros enemigos, además de estar bien organizados, cuentan con riqueza y poder. Nosotros necesitamos de un partido comunista para poder enfrentar y destruir el sistema de monopolio capitalista. La construcción de una organización comunista multinacional no es garantía de que la lucha en contra de la opresión nacional y en favor de los movimientos nacionales estará exenta de errores. Si fracasáramos en nuestro intento de construir un partido comunista multinacional, sin duda la clase trabajadora y los grupos oprimidos no podrán romper las cadenas de la opresión y de la explotación.

Los movimientos nacionales han sido y seguirán siendo una fuerza poderosa para el progreso de los Estados Unidos. La lucha contra la opresión nacional es también una lucha for la plena igualdad, la autodeterminación y una verdadera democracia, para librarnos en última instancia del imperialismo.

En nuestra labor por combatir la opresión nacional y alcanzar la unidad de la clase trabajadora, nos esforzamos por construir una alianza estratégica, la cual se encuentra al centro del frente unido contra el imperialismo. Con nuestro esfuerzo para avanzar hacia el marxismo, en estas y otras luchas estaremos contribuyendo al esfuerzo por construir un partido capaz de dirigir a las masas hacia la abolición del capitalismo y por organizar una sociedad que atienda las necesidades de los pueblos trabajadores y oprimidos – el socialismo.